Índice de la página

Himno

Venerable Instituto, cenáculo divino

que así cueces el pan, como añejas el vino;

de la cristiana educación (bis).

La oración y el estudio son los preciados dones

que funden nuestras almas y nuestros corazones

en un alma y un corazón.

Es tan puro tu ambiente como el del paraíso,

así a los cielos plugo tu fundador lo quiso,

para nuestra salud y bien.

Y respirar las auras de la filosofía

que en años más felices así resplandecía;

que hizo de ellos un edén.

Cristo es nuestro Maestro, su celestial

doctrina;

con sus más puros rayos nuestra mente ilumina,

y conforta la voluntad.

Es el verbo hecho carne cuya voz al oído,

es tan suave que en ella el hombre ha concebido,

la sola y única verdad.

Quien pudiera a los más apartados

confines

en alas de los ángeles y de los serafines

llevar tu mensaje de luz;

a aquellos cuyos ojos a la verdad cerrados

están en las tinieblas de la muerte sentados

 y no a la sombra de la cruz.

Lumbre de nuestros ojos, es la virgen María

nuestro más noble empeño sin su auxilio sería

pretender arar en la mar.

Ella, dispensadora de las gracias del cielo,

alienta en nuestras almas el encendido celo

que su amor sabe inspirar.

Sabiduría divina, tu luz resplandeciente,

disipe las oscuras sombras de nuestra mente

con su inusitador fulgor.

No falsas teorías sino ciencias de veras,

levanten nuestras almas a más altas esferas,

y hacia un mundo mejor.

Aquí los cielos ven, se limpian los leprosos,

aquí los paralíticos discurren presurosos

los caminos del porvenir.

Se enseñan de consuno las artes y las ciencias,

se modela el carácter, se forja la conciencia

y se aprende a mejor vivir.

Letra: Pbro. Roberto Jaramillo A. Música: Maestro Carlos Vieco O.

Escudo

Sus colores dominantes son el amarillo y el verde; también, hacen parte de su conjunto, el negro y blanco.

Bandera

Está conformada por dos fajas horizontales de tamaño igual y los colores amarillo y verde.